Oblatos Benedictinos
Un oblato benedictino es un cristiano, hombre o mujer, laico o clérigo, que, atraído por la espiritualidad de San Benito, se vincula a un monasterio para enriquecer su vida cristiana.
Pertenecemos al Monasterio Benedictino de Santa María de la Asunción de Envigado, Antioquia, Colombia 🇨🇴
U.I.O.G.D. = Ut In Ómnibus Glorificetur Deus (Para que en todo sea Dios glorificado)
¿Quién es un oblato Benedictino?
Es un compromiso serio de integrar la Regla de San Benito a nuestra vida cotidiana. Esto implica un deseo genuino de crecer en la fe y buscar a Dios. Los oblatos nos asociamos a una comunidad monástica específica, participando en su vida litúrgica y recibiendo guía espiritual, que en nuestro caso particular es a la Abadía de Santa María de la Asunción, en Envigado – Antioquia (Colombia).
Nos inspiramos en la regla benedictina y procuramos vivir los principios allí expresados –como la oración, el trabajo, la hospitalidad, la lectura espiritual (Lectio Divina) y el cultivo de la vida interior– en el contexto de nuestra propia vida, ya sea familiar, profesional o ministerial, pues a diferencia de los monjes que habitan el claustro, los Oblatos respondiendo a la llamada de ser contemplativos en medio del mundo, hacemos de nuestras propias casas, trabajos y parroquias, el lugar donde realizamos nuestra vocación.
Nuestro camino de oblatos implica un proceso de formación que nos permite profundizar en la Regla de San Benito y en la espiritualidad monástica, que se desarrolla junto a otros hermanos y hermanas, bajo la guía del Abad del monasterio y sus delegados.


¿Qué implica ser un oblato benedictino?
San Benito Abad
Benito de Nursia (Nursia, Umbría, 480 - Montecasino, Lacio, 21 de marzo de 547)
Padre del monasticismo occidental, decidió abandonar Roma y el mundo para evitar la vida licenciosa de dicha ciudad. Vivió como ermitaño por muchos años en una región rocosa y agreste de Italia. En Vicovaro, en Tívoli y en Subiaco, sobre la cumbre de un farallón que domina Anio, residía por aquél tiempo, una comunidad de monjes, cuyo abad había muerto. Decidieron pedirle a San Benito que ocupara su lugar. Al principio se negó, pero luego cedió ante la insistencia. Pronto se puso en evidencia que las estrictas nociones de disciplina monástica que San Benito observaba, no se ajustaban a ellos, porque quería que todos vivieran en celdas horadadas en las rocas. El mismo día retornó a Subiaco, no para seguir llevando una vida de retiro, sino con el propósito de empezar la gran obra para la que Dios lo había preparado durante esos tres años de vida oculta. No tardaron en reunirse a su alrededor los discípulos atraídos por su santidad y por sus poderes milagrosos.
San Benito se encontró entonces, en posición de empezar aquél gran plan de "reunir en aquél lugar a muchas y diferentes familias de santos monjes dispersos en varios monasterios y regiones, a fin de hacer de ellos un sólo rebaño según su propio corazón, para unirlos en una casa de Dios bajo una observancia regular y en permanente alabanza al nombre de Dios" Por lo tanto, colocó a todos los que deseaban obedecerle en los 12 monasterios de madera, cada uno con su prior. El tenía la suprema dirección sobre todos y vivía con algunos escogidos, a los que deseaba formar con especial cuidado.
A causa de algunos problemas con el sacerdote Florencio, se transladó a Monte Cassino. En esta región, sobre las ruinas del templo de Apolo, - al que los habitantes de este lugar rendían culto antes de su llegada - construyó dos capillas y la abadía de Monte Cassino, alrededor del año 530. De aquí partió la influencia que iba a jugar un papel tan importante en la cristianización y civilización de la Europa post-romana. Fue tal vez durante este periodo que empezó a concretizar su "Regla", la que está dirigida a todos aquellos que, renunciando a su propia voluntad, tomen sobre sí "la fuerte y brillante armadura de la obediencia para luchar bajo las banderas de Cristo, nuestro verdadero Rey". Prescribe una vida de oración litúrgica, estudio, y trabajo, llevado socialmente, en una comunidad y con un padre común.
San Benito vaticinó el día de su muerte; el último día recibió el Cuerpo y la Sangre del Señor. Fue enterrado junto a santa Escolástica, su hermana, en el sitio donde antes se levantaba el altar de Apolo que él mismo destruyó, en Monte Cassino.
San Benito de Nursia










“Confiesa a Dios cada día en la oración, con lágrimas y gemidos, las faltas pasadas y en adelante enmiéndate de ellas”.
San Benito Abad


“Antes que nada, cuando queráis realizar algo bueno, pedid a Dios con oración muy insistente que sea plenamente realizado por Él”.
San Benito Abad


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