Lectio Divina

Un camino profundo de encuentro con la Palabra de Dios
Lectio Divina Oblatos Benedictinos
Lectio Divina Oblatos Benedictinos

La Lectio Divina, que significa "lectura divina" o "lectura orante", es una práctica ancestral en la Iglesia Católica Romana que invita a un encuentro personal y transformador con la Palabra de Dios. Se articula tradicionalmente en cuatro pasos fundamentales: Lectura (Lectio), Meditación (Meditatio), Oración (Oratio) y Contemplación (Contemplatio).

Los cuatro pasos de la Lectio Divina:

1. Lectura (Lectio): ¿Qué dice el texto?

Este primer paso consiste en leer atenta y repetidamente un pasaje de la Sagrada Escritura. No se trata de una lectura superficial o meramente informativa, sino de una escucha reverente a lo que Dios dice a través del texto.

  • Profundización:

    • Elección del texto: Se recomienda comenzar con los Evangelios, los Salmos o las Cartas Apostólicas. Es útil seguir el Leccionario de la Misa diaria o dominical, o elegir un libro bíblico para leerlo de forma continua.

    • Lectura lenta y atenta: Leer el pasaje varias veces, incluso en voz alta si ayuda a la concentración. Prestar atención a cada palabra, a las imágenes, a los personajes, a la acción que se desarrolla.

    • Contexto: Es importante comprender el contexto histórico, literario y teológico del pasaje. ¿Quién habla? ¿A quién se dirige? ¿Cuál es el mensaje principal? Se pueden utilizar introducciones bíblicas o comentarios aprobados por la Iglesia para una mejor comprensión, pero sin que esto reemplace la escucha personal.

    • Humildad y apertura: Acercarse al texto con humildad, reconociendo que es Dios quien habla y que necesitamos la luz del Espíritu Santo para comprender.

2. Meditación (Meditatio): ¿Qué me dice Dios a mí, hoy, a través de este texto?

Una vez leído y comprendido el texto en su sentido literal, la meditación busca interiorizarlo y descubrir su mensaje para nuestra vida personal. Es rumiar la Palabra, como la Virgen María, que "conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón" (Lc 2,19).

  • Profundización:

    • Repetición interior: Repetir mentalmente o en voz baja aquella palabra o frase que más haya resonado durante la lectura. Dejar que esa palabra penetre el corazón y la mente.

    • Interrogantes personales: Preguntarse: ¿Qué me llama la atención de este pasaje? ¿Qué sentimientos despierta en mí? ¿A qué actitudes o acciones me invita el Señor a través de esta Palabra? ¿Qué pecado o debilidad me muestra? ¿Qué consuelo o esperanza me ofrece?

    • Conexión con la vida: Relacionar el mensaje del texto con las propias experiencias, alegrías, luchas, preocupaciones y esperanzas. Ver cómo la Palabra ilumina la propia realidad.

    • Uso de la imaginación: En algunos pasajes, especialmente narrativos, puede ser útil imaginar la escena, ponerse en el lugar de los personajes, escuchar sus palabras y observar sus gestos.

3. Oración (Oratio): ¿Qué le digo yo a Dios inspirado por este texto?

La meditación conduce naturalmente a la oración. Es la respuesta del corazón a la Palabra de Dios que nos ha hablado. Puede ser una oración de alabanza, de súplica, de acción de gracias, de arrepentimiento o de simple coloquio amoroso con el Señor.

  • Profundización:

    • Espontaneidad y sinceridad: Hablar con Dios con sencillez y confianza, como un amigo habla con otro amigo. Expresar lo que ha surgido en la meditación: gratitud, petición de perdón, necesidad de ayuda, alabanza por su grandeza, etc.

    • Inspiración en el texto: Utilizar las mismas palabras del pasaje bíblico para dirigirse a Dios, si así surge. Los Salmos, por ejemplo, son un modelo excelente de oración inspirada en la Palabra.

    • Intercesión: No olvidar orar también por las necesidades de la Iglesia, del mundo, de nuestros seres queridos y por nuestra propia conversión.

    • Escucha en la oración: La oración no es solo hablar, sino también mantener una actitud de escucha para percibir las mociones del Espíritu Santo.

4. Contemplación (Contemplatio): Permanecer en la presencia de Dios.

Este es el momento culminante de la Lectio Divina. Es un don de Dios, una gracia que va más allá de las palabras y los razonamientos. Consiste en reposar en la presencia amorosa de Dios, gustando su cercanía y permitiendo que Él obre en nosotros.

  • Profundización:

    • Silencio interior: Aquietar la mente y el corazón. No se trata de "no pensar en nada", sino de centrar la atención en Dios de una manera simple y amorosa.

    • Mirada de fe: Contemplar a Dios presente en nuestro interior y en toda la creación. Es una mirada sencilla, llena de admiración y amor.

    • Gusto espiritual: Experimentar la dulzura de la presencia divina, la paz que sobrepasa todo entendimiento (Flp 4,7). No siempre se experimentarán sentimientos sensibles, pero se cultiva la certeza de su amor.

    • Transformación silenciosa: En la contemplación, Dios nos transforma interiormente, conformándonos más a Cristo. Es un proceso gradual y profundo.

    • Frutos: La verdadera contemplación lleva a un amor más grande a Dios y al prójimo, y a un compromiso renovado con la vida cristiana.

Recomendaciones adicionales para una correcta Lectio Divina:

Para experimentar la riqueza de la Lectio Divina, se sugieren las siguientes recomendaciones:

  • Disposición Interior:

    • Fe: Creer que Dios nos habla hoy a través de su Palabra.

    • Humildad: Reconocer nuestra necesidad de Dios y de su guía.

    • Deseo sincero: Anhelar encontrarse con el Señor y escuchar su voz.

    • Docilidad al Espíritu Santo: Pedir la asistencia del Espíritu Santo antes de comenzar, ya que Él es el intérprete por excelencia de la Escritura. Rezar una invocación como el "Veni Creator Spiritus" o una oración espontánea.

  • Ambiente y tiempo:

    • Lugar adecuado: Buscar un lugar tranquilo, sin distracciones, que invite al recogimiento. Puede ser una capilla, la propia habitación o un rincón de la casa destinado a la oración.

    • Tiempo dedicado: Asignar un tiempo específico para la Lectio Divina, preferiblemente diario, aunque sea breve (15-30 minutos pueden ser suficientes para empezar). La constancia es clave.

    • Momento oportuno: Elegir un momento del día en el que se esté más receptivo y menos propenso a interrupciones.

  • Actitud durante la práctica:

    • Paciencia y Perseverancia: No desanimarse si al principio cuesta concentrarse o no se sienten "resultados" inmediatos. La Lectio Divina es un camino de crecimiento gradual.

    • Libertad: Aunque los pasos son una guía, no deben vivirse con rigidez. El Espíritu Santo puede inspirar a detenerse más tiempo en un paso que en otro.

    • Sencillez: No buscar experiencias extraordinarias, sino el encuentro sencillo y profundo con Dios.

  • Después de la Lectio Divina:

    • Resolución concreta: Intentar llevar a la vida cotidiana alguna luz o moción recibida durante la oración. Puede ser un pequeño propósito de cambio, una actitud a cultivar o una acción concreta de caridad.

    • Cuaderno espiritual: Algunos encuentran útil llevar un cuaderno para anotar las frases que más les impactan, las reflexiones personales o las inspiraciones recibidas. Esto ayuda a recordar y a profundizar.

    • Compartir (opcional): En algunos contextos, como grupos de oración o comunidades, se puede compartir la experiencia de la Lectio Divina, siempre con prudencia y respeto, enriqueciéndose mutuamente.

La Lectio Divina es un tesoro de nuestra tradición espiritual católica que puede enriquecer enormemente nuestra vida de fe. Al practicarla con constancia y un corazón abierto, cultivamos una relación más íntima y personal con Jesucristo, Palabra Viva del Padre, permitiendo que su Evangelio transforme verdaderamente nuestras vidas.