Actitud en medio de la oración

Hoy quiero meditar con ustedes la actitud y la entrega en medio de la oración en la liturgia de las horas. Y quiero hacerlo desde algunas preguntas que nos rondan a veces en la cabeza: ¿Porqué tenemos tantos problemas como seres humanos?, ¿Porqué tenemos tantas angustias? ¿Porque el ser humano no encuentra el camino?, ¿Porqué el ser humano vive perdido en un mundo de materialismo y superficialidad?

BLOG

Gabriel Herrera

3/21/20253 min read

Shema Israel, Adonai Eloheinu, Adonai Ejad. Escucha Israel, el señor es nuestro Dios, el señor es uno.

Hoy quiero meditar con ustedes la actitud y la entrega en medio de la oración en la liturgia de las horas. Y quiero hacerlo desde algunas preguntas que nos rondan a veces en la cabeza: ¿Porqué tenemos tantos problemas como seres humanos?, ¿Porqué tenemos tantas angustias? ¿Porque el ser humano no encuentra el camino?, ¿Porqué el ser humano vive perdido en un mundo de materialismo y superficialidad? La respuesta es muy simple, y reza en una frase sencilla del libro del Deuteronomio en su capitulo 6: ESCUCHA Israel, el señor es nuestro Dios, el señor es uno.

La raíz de los problemas del ser humano, radica en no escuchar a Dios, en no alejarse del ruido del mundo y meditar su palabra. En un mundo que ha sido rediseñado para apagar la voz de Dios en nuestra alma, la liturgia de las horas es un bálsamo y un momento de encuentro con el padre a diferentes horas del día, donde podemos escuchar su voz en nuestro corazón y dejarnos guiar por su voluntad. Nuestras angustias son disipadas, nuestras tristezas consoladas y la paz habitará en nosotros.

Sólo en Cristo, recibimos la capacidad de unirnos a Dios con la profundidad y la intimidad de un hijo con su padre que lo ama.

Nos dice el Salmo 42: «¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué te me turbas? Espera en Dios que volverás a alabarlo: "Salud de mi rostro, Dios mío”». Este salmo, es una invitación que se dirige a sí mismo el orante para superar la melancolía por medio de la confianza en Dios, que ciertamente se manifestará de nuevo como Salvador.

Dice Benedicto XVI en una de sus catequesis: “Sursum corda, levantemos el corazón fuera de la maraña de nuestras preocupaciones, de nuestros deseos, de nuestras angustias, de nuestra distracción. Nuestro corazón, la parte íntima de nosotros mismos, debe abrirse dócilmente a la Palabra de Dios, y recogerse en la oración de la Iglesia, para recibir su orientación hacia Dios de las palabras mismas que escucha y dice. La mirada del corazón debe dirigirse al Señor, que se encuentra entre nosotros: es una disposición fundamental”.

La liturgia de las horas, es obra de Cristo y de la Iglesia entera, ya lo vemos en el evangelio cómo en múltiples ocasiones el maestro se retira a orar a la montaña buscando entrar en comunión con el padre; esa es la primera disposición que debemos tener para la liturgia de las horas, en comunidad o a solas debemos buscar el recogimiento del corazón y no solo usar los labios, buscando que nuestra mente esté en sintonía con las palabras que pronunciamos.

Como nos recuerda San Benito en su regla en el capitulo 19: "Mens concordet voci" (que la mente concuerde con la voz). San Benito nos enseña que en la oración de los Salmos, las palabras deben preceder a la mente. Esto significa que la liturgia debe ser un coloquio con Dios, donde la escucha es fundamental.

La liturgia de las horas es la oración de la Iglesia y los fieles, donde santificamos el día con oración. Para que la celebración sea eficaz, debemos hacerla con una disposición de ánimo adecuada. Esto implica alinear el alma con nuestra voz para permitir el obrar de la gracia divina.

Continua instruyéndonos San Benito diciéndonos que “Para favorecer este espíritu de oración tiene una gran importancia la observancia del silencio. Respetando con fidelidad el tiempo de silencio, nuestros corazones se disponen para oír mejor La Palabra de Dios y para cumplirla con mas generosidad”. De la misma manera como pedimos favores a nuestros semejantes con una actitud humilde y sumisa, tanto mas lo debemos hacer con el Padre celestial a través de la oración.

En la Liturgia de las Horas, nuestra actitud durante la oración debe ser:

  1. De recogimiento interior y atención plena, buscando conectar genuinamente con Dios.

  2. De respeto y reverencia, reconociendo que participamos en la oración oficial de la Iglesia.

  3. De disponibilidad para escuchar la Palabra de Dios contenida en los salmos, lecturas y cánticos.

La actitud corporal también es importante:

  1. Debemos mantener una postura digna y atenta.

  2. Debemos respetar los momentos de sentarse, ponerse de pie o inclinarse.

        3. Cantar los salmos de forma apropiada sin estridencias ni a destiempo.
        4. Mantener una vestimenta adecuada para el templo y el momento de comunidad.

En conclusión, la Liturgia de las Horas nos invita entonces a santificar los diferentes momentos del día, y a dar a cada hora su propio carácter, pidiéndonos una disposición particular según el momento. De esta forma el ser humano puede unirse a Dios en oración ya que Él mismo en su evangelio nos ha dado las palabras adecuadas.